No todos los cristianos maduros son o serán exactamente iguales en su personalidad o su manifestación de cualidades espirituales.
Como ilustración, dos huertos, cada uno conteniendo diferentes clases de árboles frutales, pudieran ser “maduros,” es decir, tener árboles plenamente desarrollados y que producen fruto. Sin embargo, un huerto quizás tenga más manzanos que perales, mientras que el otro quizás tenga más perales que manzanos.
Así, también, los cristianos maduros posiblemente se muestren más fuertes en un aspecto que en otro en cuanto a producir los frutos del espíritu de Dios. (Gál. 5:22, 23)
Un cristiano
puede ser sobresaliente en conocimiento, otro especialmente notable en bondad o paciencia, posiblemente otro sea excepcional en buen juicio o discernimiento en cuanto a problemas, mientras que otro sea extraordinariamente generoso u hospitalario, y otro tenga muy buena habilidad para dirigir. (Compare con 1 Corintios 7:7; 12:4-11, 27-31.) Sin embargo esta variedad no es señal de inmadurez. No significa que dichos individuos no son todos cristianos ‘adultos.’
No todos tienen que ser igualmente fuertes o capaces en todo aspecto para ser “maduros.” Tampoco son copias estereotipadas unos de los otros. Cada uno de su propia manera contribuye algo como cristiano maduro a la ‘edificación del cuerpo de Cristo.’—Efe. 4:15, 16.
También tenemos que evitar dejarnos guiar por las normas mundanas en cuanto a la madurez cristiana, caracterizando a algunos como ‘inmaturos’ debido a aparentes incapacidades en educación mundana o experiencia en métodos mundanos de hacer las cosas. Ciertamente si los apóstoles del primer siglo fueran introducidos en una sociedad de nuestro día, una sociedad de industrialización moderna, dirigida por oficinas, habría muchos factores que les serían extraños, desconocidos y, temporalmente por lo menos, los tendrían azorados.
¿Los haría esto cristianos inmaturos? Por supuesto que no.
Pues la madurez cristiana no se determina por el conocimiento, la experiencia o la eficacia en los métodos comerciales del día actual o la vida urbana moderna.
Se determina por los requisitos espirituales que se manifiestan en la Palabra de Dios.
Estos requisitos aplican igualmente en todas partes, a toda persona y en toda ocasión, de modo que la ubicación geográfica, la profesión o la posición social no son decisivas.
Algunos pescadores del primer siglo llegaron a ser discípulos maduros del Hijo de Dios, mientras que los escribas y los líderes religiosos con su educación académica superior por lo general no llegaron a serlo. Los principios bíblicos son lo que usa el cristiano maduro al desempeñar su trabajo y éstos aplican por igual en una granja como en una ciudad, lo mismo en un país primitivo “atrasado” como en una nación industrial “avanzada.” Por eso, ningún cristiano tiene por qué sentirse desanimado en cuanto a alcanzar la madurez cristiana debido a su falta de habilidad considerada desde el punto de vista de las normas mundanas.—Compare con 1 Corintios 1:26-31; 2:3-6; 2 Corintios 1:12.
Por lo tanto, si no hemos alcanzado la madurez, “pasemos adelante” a ella.
¿Somos cristianos maduros?
Entonces usemos nuestra madurez con buen provecho,
‘portándonos como hombres, haciéndonos poderosos,’
ayudando a los inmaturos
y continuando en la misma rutina excelente que nos trajo a la madurez
y que nos llevará a nuestra meta final,
la aprobación de Dios
para conseguir la vida.
1 Cor. 16:13, 14; Gál. 6:1, 2; Fili. 3:15, 16.
Mis Queridos Hermanos
Trabajen en lo bueno para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo Es
(1 Tim. 6:18, 19).
Su Humilde Colaborador
En las Buenas Nuevas
Siempre Leales a Jehová y Su Organización Te Ves Alli Jw-Tj.......